[..”So I look in your direction but you pay me no attention and you know how much I need you but you never even see me…”]
Coldplay-Shiver
Soy una persona que difícilmente pasa desapercibida, risa estrepitosa, movimientos torpes, comentarios sarcásticos, hacen casi imposible el hecho de que alguien no note mi presencia en algún lugar, ya sea para bien o para mal, sin embargo desde hace tiempo me volví invisible, intangible, etérea como la niebla vaporosa y fría, volátil como la mariposa y apenas viviente como un enfermo en coma. Y es que eran esos tus ojos los que me hacían visible, los proporcionaban color y consistencia a mi vivir, era tu voz la que me daba la mía, era tu risa la que provocaba la mía, y sin embargo ya no más.
Hace frío y corre un viento bastante intempestivo y pese a eso amo este día, lo amo porque hallo en el cabida perfecta para mis recuerdos, porque se ha convertido en el escenario perfecto para dejar salir mis deja vu, para que el espectro pretérito tome lugar y se explaya a su antojo y manera, lo he contenido y encerrado durante días, semanas, meses, pero hoy no, hoy ya no.
Escucho esas canciones que tanto me hacen recordarte, las escucho con una contradicción que ya me es familiar, esa contradicción amarga y dulzona que me hace evocarte en medio de un mar de añoranza y tristeza.
“All that noise, all that sounds all those pieces that I got found, the birds’ gone flying at the speed of sound...”
Sí todo ese ruido, todo esos sonidos provenientes del pasado, todo eso suena aquí, ahora, en este mismo momento, cierro los ojos y con cada estrofa, con cada acorde de guitarras, empiezo a navegar en un mar de memorias, ¿Qué veo?, veo un piso de azulejos blancos, una mesa de roble, varios libros apilados, un sofá de mimbre lleno de mochilas y libretas y encima un delfín de peluche de ojos tiernos. Veo aquel espejo con notas pegadas y escritas a pluma y lápiz, veo frascos de perfumes, cortinas verdes marmoleadas. Mi corazón salta de emoción cuando en medio de mis delirantes elucubraciones te apareces, te veo, entrando por aquella puerta, con esa palestina azul marina al cuello, con la mochila colgando de tu hombro y el pelo revuelto, son esos ojos soñadores y límpidos y esa sonrisa de cristal. Mis oídos captan el susurro violento del viento afuera y en mi cabeza se forman más imágenes: un lago, una vereda cubierta de hojas secas, arboles moviéndose al compas de una brisa invernal, y el timbre de tu voz diciendo un “hola”.
“You and me are floating on a tidal wave, together; you and me are drifting into outer space, and singing”
Una lágrima intrusa rueda por mi mejilla fruto de tan sorpresivas emociones, y recuerdo la cantidad de veces que juré no lloraría por ti… Al parecer hoy he fallado.
Mi garganta comienza a cerrarse, y de pronto me invade una sentimiento que hacía demasiado tiempo no me asaltaba, siento una necesidad irrefrenable de inundarme las pupilas de azul y olvidarme por un rato de mi cordura, de repente como un flechazo inesperado emerge aquel demonio culpable de todo esto, aparece en mi mente mientras me dice entre susurros: “No vale la pena, no vale la pena… Él ya no vale la pena, Él te ha olvidado… para siempre”. Mi respiración se agita y poco a poco una furia salida de no sé donde comienza a subirse entre mis piernas, repta insana hasta llegar a mi corazón, siento como intenta colarse la maldita, y al parecer lo está lográndolo está consiguiéndolo… una vez más… lucho, me debato conmigo misma, peleo con mis demonios, en una batalla donde desgraciadamente no sé ni a quién irle. La mente, el corazón, la mente… el corazón ¿a quién dejarle esta victoria?, ¿por quién dejarme llevar? ¿A quién dejarle ganar? ¿A quién?
“Oh I never meant to cause you trouble, Oh I never meant to do you wrong, Oh well if I ever caused you trouble, Oh no I never meant to do you harm”
Unos acordes de piano, un perfume, un viento helado soplando afuera que susurra tantas cosas, hojas secas en una vereda, una canción, una reja con falta de aceite, el azul de una palestina, el negro de tus ojos, unas risas incontrolables, el olor del café con leche, las madrugadas sin sueño, tu cabello revuelto, mis desatinos inocentes, mi cara de zonza, tu cara de fingida reprobación… tus manos, las mías, mi voz diciéndote que no todo habla de amor, aquel último abrazo aquella despedida… el fin… la nada.